lunes, 11 de septiembre de 2017
viernes, 1 de septiembre de 2017
Constelaciones Familiares. "Que levante la mano quien no tenga toxicidad" Entrevista a JOAN GARRIGA
¿Qué son las constelaciones familiares?
Entrevista a Joan Garriga
Rosa Estévez
LA VOZ DE GALICIA
-¿Qué son las constelaciones familiares? ¿Las
tensiones más o menos invisibles que hay alrededor de una mesa durante la
comida familiar del domingo?
-Esa escena de comida de domingo sería la superficie de las
cosas. Las constelaciones familiares van a la hondura para comprender la
dinámica de cosas que a veces no son visibles. Una constelación es una
representación de aquellos miembros de la familia o de aquellos vínculos que
guardan una relación con un problema que uno tiene y con la solución que
necesita. Desde esta perspectiva, lo más importante es qué hechos ha habido en
el sistema familiar que no han sido aceptados, integrados, reconocidos, solucionados.
Constelaciones es una herramienta que saca a la luz asuntos claves y permite
abordarlos, comprenderlos, encararlos y solucionarlos, de manera que algunas
dinámicas no tengan que repetirse. Trabaja mucho con los órdenes del amor.
-¿Los órdenes del
amor?
-El amor se da, pero no siempre basta. Se necesita
que vaya en la dirección del buen amor. Que en la familia no haya personas
excluidas, un abuelo que se fue, alguien que mató a otra persona, un aborto...
Hechos dolorosos que hacen que se excluya a una persona. Pero la realidad no
puede ser burlada. Y los miembros que han sido excluidos, misteriosamente,
vuelven, y su papel es representado por otras personas. Además de no excluir a
nadie, en la familia es necesario que cada uno esté en el lugar que le corresponde.
Que el hijo sea el hijo y el padre sea el padre. Que en la pareja estén el uno
al lado del otro.
-¿Ante una situación traumática, qué hay que hacer?
-Hay que reconocer lo que ha pasado, llorar, hacer
el proceso emocional necesario para al final poder aceptarla e integrarla. La
clave de toda cura y de todo bienestar es la aceptación. Y la clave de todo
malestar es el rechazo. Si aceptamos, estamos más libres. Si no, estamos atados
y va a tener consecuencias: como una vez me ocurrió algo malo, voy a vivir
siempre una vida de mierda. Hay demasiada gente atrapada en eso. El buen amor
conduce a la vida, el mal amor mira al pasado y pivota sobre el pasado.
Demasiados conflictos no resueltos con los padres se llevan a la pareja, a los
hijos.
-¿Una cosa pequeña enterrada sin haberla asumido bien puede acarrear problemas?
-Las cosas dependen de la actitud con la que se
vivan. Una vez tuve una paciente que decía que cuando tenía 13 años le había
pasado algo terrible. Al final era que había pasado un año en un internado.
Tengo la sensación de que estaba promoviéndose como víctima, y que si no fuese
el internado hubiese sido otra cosa. Hay heridas y heridas. He visto gente con
heridas graves que salen bien y se desarrollan bien. Las cosas pequeñas... Creo
que hay que retirar de los hijos la idea de que todo debería ser perfecto. Hay
que asumir que la vida duele a veces, que nada es perfecto. A fin de cuentas,
si dependiera de los padres, todos los hijos estaríamos muy bien.
-Pero a lo mejor no
estamos dando a los niños los modelos que necesitan.
-Yo introduciría en el modelo educativo una
educación para los afectos, para los sentimientos, para los vínculos. Sería
algo más que educación emocional. Podemos decir que un niño tiene derecho a
tener rabia, que es una emoción legítima. Y es verdad. Pero a lo mejor ese niño
siente rabia porque sus padres no se sujetan bien en la vida. Y es más
importante hacer que los padres se sujeten bien en la vida porque la rabia, si
se cronifica, acaba siendo disfuncional. Sí que hay que permitir las emociones,
pero hay que entender a dónde se dirigen. Y si se repiten mucho, hay que estar
atentos, buscar cuál es su origen, cuál es su función, cuál es su sentido.
-Ahora está de moda
el concepto «gente tóxica», pero más que la gente, lo tóxico serían algunas
relaciones...
-Si nos ponemos a hablar en este lenguaje, que
levante la mano quien no tenga toxicidad. Dicho esto, a mi no me gusta pensar
en personas buenas y malas. Sí es cierto que hay personas más beneficiosas y
otras más problemáticas. Evitar a las personas tóxicas es un buen consejo, pero
habría que preguntarse qué es lo que hace que a uno le atraigan este tipo de
personas. Yendo más allá, las personas que tienen a generar relaciones
turbulentas, seguramente son corazones heridos. No me parece interesante ir
condenando a la gente. En un mundo que perpetúa la idea de buenos y malos, la
sola idea ya es violencia. Yo no veo claro eso de decir este al cielo, este al
infierno. Eso que lo haga Donald Trump, que lo hace muy bien. Este hombre vive
con la idea de que hay enemigos, y si eso es así es porque la agresión está
dentro de él. Habría que hacer un buen análisis psicológico de los políticos.
Habría unos cuantos que saldrían muy bien parados, por su vocación de servicio,
pero la política está sembrada de narcisistas y psicópatas.
NOBLE ANAM CARA
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