Conoceremos los arquetipos de las Diosas para identificar y
reconocer en nosotras cuáles son las que tenemos activas y cuáles son las que
tenemos que incorporar o desarrollar para equilibrarnos en esta etapa de
nuestra vida.
Cuándo: Sábado 2 de diciembre de 16:00 a 20:00 hs. Dónde: “Artemisa” Yrigoyen 1157 – Manuel Alberti - Pilar
Una de las grandes dificultades que enfrentamos es que nuestras expectativas
respecto a nuestra madre van mucho más allá de lo que una mujer común
puede dar. A menudo, ella, nuestra madre, tenía que ser aún mejor que Dios. ¡Ay
de ella! Si no es como Dios, entonces le hacemos reproches. ¿Qué puede hacer
ella entonces? Es una gran injusticia la que le hacemos.
Cuando yo me di cuenta de ello, le escribí una carta a mi madre. Hace mucho que
ella falleció, pero le escribí una carta.
La carta a mi madre decía aproximadamente esto:
Querida Mamá:
Tú eres una mujer común como millones de otras mujeres.
Te amo como a una mujer común. Solamente por haber sido una mujer común, has
amado a mi padre y también él es totalmente común. Así es como se juntaron:
como hombre y mujer. Se amaron como hombre y mujer, acto totalmente normal y
común. Como millones de otras mujeres y hombres. De su amor surgí yo. Soy un
fruto de su amor, un amor totalmente común, así como hombre y mujer que se
aman. Luego me estuvieron esperando con esperanza y también con temor, pensando
en que todo resultara bien.
Entonces me diste a luz con dolores, así como otras mujeres dan a luz a sus
hijos, acto totalmente normal y común; así es como la naturaleza lo ha
determinado. Entonces estaba ahí. Ustedes me miraron y se sorprendieron: "¿Es ésta nuestra criatura?", pensaron. Se miraron a los ojos y dijeron:
"Sí, es nuestra criatura y nosotros somos sus padres".
Me dieron un nombre, con el cual soy llamado. Me dieron su nombre y le
comunicaron a todas las personas: "Esta es nuestra criatura y nos
pertenece". Sí, y entonces me cuidaron a lo largo de muchos años. Siempre
se preocuparon de mi bienestar y de lo que quizá necesitaría. Así estuvieron
presentes para mí y como millones de otros padres también estuvieron presentes
para sus hijos, de forma totalmente común. Por haber sido tan comunes, también
cometieron errores y hubo cosas que me dolieron. Pero sólo porque han cometido
faltas, yo pude crecer y me pude hacer como ustedes. Les agradezco que fueran
tan comunes. Así los amo, exactamente como fueron. Así fueron buenos para mí.
Querida mamá, aún tengo que decirte algo importante. Te libero de todas mis
expectativas. Que vayan todas más allá de lo que se pueda exigir a una mujer
común. Nadie ha hecho más por mí que tú. Es mucho más de lo que fue necesario.
Así te amo, totalmente común, como eres, querida mamá.
-¿Qué son las constelaciones familiares? ¿Las
tensiones más o menos invisibles que hay alrededor de una mesa durante la
comida familiar del domingo?
-Esa escena de comida de domingo sería la superficie de las
cosas. Las constelaciones familiares van a la hondura para comprender la
dinámica de cosas que a veces no son visibles. Una constelación es una
representación de aquellos miembros de la familia o de aquellos vínculos que
guardan una relación con un problema que uno tiene y con la solución que
necesita. Desde esta perspectiva, lo más importante es qué hechos ha habido en
el sistema familiar que no han sido aceptados, integrados, reconocidos, solucionados.
Constelaciones es una herramienta que saca a la luz asuntos claves y permite
abordarlos, comprenderlos, encararlos y solucionarlos, de manera que algunas
dinámicas no tengan que repetirse. Trabaja mucho con los órdenes del amor.
-¿Los órdenes del
amor?
-El amor se da, pero no siempre basta. Se necesita
que vaya en la dirección del buen amor. Que en la familia no haya personas
excluidas, un abuelo que se fue, alguien que mató a otra persona, un aborto...
Hechos dolorosos que hacen que se excluya a una persona. Pero la realidad no
puede ser burlada. Y los miembros que han sido excluidos, misteriosamente,
vuelven, y su papel es representado por otras personas. Además de no excluir a
nadie, en la familia es necesario que cada uno esté en el lugar que le corresponde.
Que el hijo sea el hijo y el padre sea el padre. Que en la pareja estén el uno
al lado del otro.
-¿Ante una situación traumática, qué hay que hacer?
-Hay que reconocer lo que ha pasado, llorar, hacer
el proceso emocional necesario para al final poder aceptarla e integrarla. La
clave de toda cura y de todo bienestar es la aceptación. Y la clave de todo
malestar es el rechazo. Si aceptamos, estamos más libres. Si no, estamos atados
y va a tener consecuencias: como una vez me ocurrió algo malo, voy a vivir
siempre una vida de mierda. Hay demasiada gente atrapada en eso. El buen amor
conduce a la vida, el mal amor mira al pasado y pivota sobre el pasado.
Demasiados conflictos no resueltos con los padres se llevan a la pareja, a los
hijos.
-¿Una cosa pequeña enterrada sin haberla asumido bien puede acarrear problemas?
-Las cosas dependen de la actitud con la que se
vivan. Una vez tuve una paciente que decía que cuando tenía 13 años le había
pasado algo terrible. Al final era que había pasado un año en un internado.
Tengo la sensación de que estaba promoviéndose como víctima, y que si no fuese
el internado hubiese sido otra cosa. Hay heridas y heridas. He visto gente con
heridas graves que salen bien y se desarrollan bien. Las cosas pequeñas... Creo
que hay que retirar de los hijos la idea de que todo debería ser perfecto. Hay
que asumir que la vida duele a veces, que nada es perfecto. A fin de cuentas,
si dependiera de los padres, todos los hijos estaríamos muy bien.
-Pero a lo mejor no
estamos dando a los niños los modelos que necesitan.
-Yo introduciría en el modelo educativo una
educación para los afectos, para los sentimientos, para los vínculos. Sería
algo más que educación emocional. Podemos decir que un niño tiene derecho a
tener rabia, que es una emoción legítima. Y es verdad. Pero a lo mejor ese niño
siente rabia porque sus padres no se sujetan bien en la vida. Y es más
importante hacer que los padres se sujeten bien en la vida porque la rabia, si
se cronifica, acaba siendo disfuncional. Sí que hay que permitir las emociones,
pero hay que entender a dónde se dirigen. Y si se repiten mucho, hay que estar
atentos, buscar cuál es su origen, cuál es su función, cuál es su sentido.
-Ahora está de moda
el concepto «gente tóxica», pero más que la gente, lo tóxico serían algunas
relaciones...
-Si nos ponemos a hablar en este lenguaje, que
levante la mano quien no tenga toxicidad. Dicho esto, a mi no me gusta pensar
en personas buenas y malas. Sí es cierto que hay personas más beneficiosas y
otras más problemáticas. Evitar a las personas tóxicas es un buen consejo, pero
habría que preguntarse qué es lo que hace que a uno le atraigan este tipo de
personas. Yendo más allá, las personas que tienen a generar relaciones
turbulentas, seguramente son corazones heridos. No me parece interesante ir
condenando a la gente. En un mundo que perpetúa la idea de buenos y malos, la
sola idea ya es violencia. Yo no veo claro eso de decir este al cielo, este al
infierno. Eso que lo haga Donald Trump, que lo hace muy bien. Este hombre vive
con la idea de que hay enemigos, y si eso es así es porque la agresión está
dentro de él. Habría que hacer un buen análisis psicológico de los políticos.
Habría unos cuantos que saldrían muy bien parados, por su vocación de servicio,
pero la política está sembrada de narcisistas y psicópatas.