El Alma y el poder ver.
"El mundo entero es un
escenario y todo hombre y mujer simples actores. Cada quien con sus salidas y
sus entradas, cada quien a su tiempo en muchos papeles." Shakespeare
Despertar
el alma para experimentar el poder de ver. Ver la diferencia entre lo real y lo
irreal en nosotros mismos y en los demás; para vivir desde el alma en lugar de
vivir desde el ego. Liberar el alma implica vivir los auténticos personajes del
yo, nuestra condición humana, nuestro mandato: bailarines, cantantes; poetas,
actores, sanadores. Los personajes disminuidos, menos que humanos, que hemos
aprendido a adoptar con los años debido al miedo, la ira y la tristeza
reprimida, son disfraces del ego.
Somos
actores en el teatro de la vida. Nuestro desafío consiste en encontrar la obra
genuina y nuestros personajes auténticos.
El alma, nuestro verdadero yo, es la dimensión
más misteriosa, esencial y mágica de nuestro ser. No es una realidad aparte,
como la considera el pensamiento occidental, sino la fuerza cohesiva que une
cuerpo, corazón y mente. No es una especie de fantasma encarcelado en la
maquinaria física del cuerpo, sino la esencia misma del ser.
Cada
alma es única. Estamos llamados a salir de la prisión de mínima seguridad
construida en basé a conformismo y mediocridad, para vivir la verdadera magia y
poder del alma.
El
alma es chamánica por naturaleza. Es la fuente de toda energía curativa. Igual
que una planta, necesita ser cuidada para crecer y florecer, necesita ser
liberada de las malas hierbas que tienden a enmarañarla y ahogarla. El alma es
artista. Su naturaleza es crear.
Aunque
el alma no es un objeto, es entidad, aquello que nos da el ser. Su presencia o
ausencia resultan visibles. La presencia se manifiesta en un estar despiertos,
atentos, enérgicos, vivos. Su ausencia, o su estado amortiguado, cuando
carecemos de vitalidad, impulso y energía.
El objeto de todas nuestras
búsquedas es el verdadero yo, el cual, sin embargo, no está en algún lugar
"por ahí afuera", sino en el aquí y ahora, debajo de los falsos
personajes que representamos.
Liberar
el alma, liberarnos para estar vivos, significa recuperar nuestro poder para
ver lo que realmente tiene lugar en nosotros, en los demás y en la vida. Este
ver no es el modo ordinario de mirar al que estamos acostumbrados.
"Mirar" opera sólo en la superficie; "ver" sondea por
debajo de ella para discernir la esencia, el movimiento, la energía. Mirar es
considerar las cosas según nuestros preconceptos estáticos, pero, tal como lo
demuestran la nueva física y la, nueva biología, nuestra impresión superficial
de la naturaleza de la realidad como algo estático pasa por alto el movimiento
constante y el espacio infinito que constituyen su verdadera realidad.
Ver
supone desapego, mientras que mirar supone apego. Se mira con los ojos se ve
con todo el ser.
Cuando
me veo a mí misma sin que intermedien interpretaciones, se revela la magia de
ser, la maravilla pura de existir.
No
hubo, no hay ni habrá jamás alguien igual a nosotros ni a ninguna de las
personas que vemos. No hay mucho que hacer respeto de nuestra semejanza, salvo
reconocerla, y esto, por cierto, siempre ha resultado difícil para muchos.
Nuestro comportamiento a lo largo de la historia, belicoso, racista, sexista e
intolerante, ilustra nuestra negación constante de la verdad sencilla de
nuestra semejanza esencial. Sin embargo, nuestras diferencias son fascinantes.
Necesitan ser exploradas, celebradas, expresadas. Cada uno es responsable de
aceptar su diferencia y ofrecer al mundo aquello que lo hace distinto. Nadie
tiene en forma idéntica lo que uno tiene para dar. Como lo expresa Herman
Hesse, es "deber de cada ser humano encontrar el camino hacia sí
mismo". Hacía el verdadero yo, el si mismo del alma.
La
vida es sagrada. La vida es arte. La vida es arte sagrado. El sagrado arte de
vivir significa ser actores sagrados, que, actúan desde el alma más que desde
el ego. El alma está fuera del espacio y el tiempo, por lo que está siempre
disponible, como potencial siempre presente en nuestro ser. De cada uno depende
celebrar y realizar su ser, transformar en arte cada comida, cada conversación,
cada vestimenta, cada carta. Toda actividad corriente es una oportunidad para
la expresión auténtica y plena del ser. El alma es nuestro yo
artístico, nuestra capacidad de transformar las dimensiones de la vida en arte
y teatro.
Repasemos
nuestra vida interior y nuestra vida externa.
¿Qué ocurre dentro de nosotros?
¿Qué sueños, fantasías, preocupaciones y sentimientos albergamos? ¿Nuestras
actitudes nos encierran o nos inspiran? ¿Cuáles son nuestros anhelos más
profundos? ¿Qué sucede en lo exterior? ¿Nuestra realidad externa corre pareja
con la interna? ¿Cómo nos expresamos en el mundo? ¿Actuamos y manifestamos
nuestra verdad interior? ¿Hemos creado un divorcio entre quienes somos en
realidad y cómo nos presentamos? ¿Cuáles son nuestros dones? ¿Cuál es la
vocación de nuestra vida? ¿La realizo? Si no la realizo, ¿por qué?
Esperemos
las respuestas. No aceptemos evasivas. Recordemos que todas las preguntas y las
respuestas esenciales para la vida están dentro de nosotros.
Fragmentos
de un texto de Gabrielle Roth.
Noble Anam Cara
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