lunes, 13 de junio de 2016

Vivir desde el Alma



El Alma y el poder ver.

"El mundo entero es un escenario y todo hombre y mujer simples actores. Cada quien con sus salidas y sus entradas, cada quien a su tiempo en muchos papeles."  Shakespeare

Despertar el alma para experimentar el poder de ver. Ver la diferencia entre lo real y lo irreal en nosotros mismos y en los demás; para vivir desde el alma en lugar de vivir desde el ego. Liberar el alma implica vivir los auténticos personajes del yo, nuestra condición humana, nuestro mandato: bailarines, cantantes; poetas, actores, sanadores. Los personajes disminuidos, menos que humanos, que hemos aprendido a adoptar con los años debido al miedo, la ira y la tristeza reprimida, son disfraces del ego.

Somos actores en el teatro de la vida. Nuestro desafío consiste en encontrar la obra genuina y nuestros personajes auténticos.

El alma, nuestro verdadero yo, es la dimensión más misteriosa, esencial y mágica de nuestro ser. No es una realidad aparte, como la considera el pensamiento occidental, sino la fuerza cohesiva que une cuerpo, corazón y mente. No es una especie de fantasma encarcelado en la maquinaria física del cuerpo, sino la esencia misma del ser.
Cada alma es única. Estamos llamados a salir de la prisión de mínima seguridad construida en basé a conformismo y mediocridad, para vivir la verdadera magia y poder del alma.

El alma es chamánica por naturaleza. Es la fuente de toda energía curativa. Igual que una planta, necesita ser cuidada para crecer y florecer, necesita ser liberada de las malas hierbas que tienden a enmarañarla y ahogarla. El alma es artista. Su naturaleza es crear.

Aunque el alma no es un objeto, es entidad, aquello que nos da el ser. Su presencia o ausencia resultan visibles. La presencia se manifiesta en un estar despiertos, atentos, enérgicos, vivos. Su ausencia, o su estado amortiguado, cuando carecemos de vitalidad, impulso y energía. 
El objeto de todas nuestras búsquedas es el verdadero yo, el cual, sin embargo, no está en algún lugar "por ahí afuera", sino en el aquí y ahora, debajo de los falsos personajes que representamos.

Liberar el alma, liberarnos para estar vivos, significa recuperar nuestro poder para ver lo que realmente tiene lugar en nosotros, en los demás y en la vida. Este ver no es el modo ordinario de mirar al que estamos acostumbrados. "Mirar" opera sólo en la superficie; "ver" sondea por debajo de ella para discernir la esencia, el movimiento, la energía. Mirar es considerar las cosas según nuestros preconceptos estáticos, pero, tal como lo demuestran la nueva física y la, nueva biología, nuestra impresión superficial de la naturaleza de la realidad como algo estático pasa por alto el movimiento constante y el espacio infinito que constituyen su verdadera realidad.

Ver supone desapego, mientras que mirar supone apego. Se mira con los ojos se ve con todo el ser.
Cuando me veo a mí misma sin que intermedien interpretaciones, se revela la magia de ser, la maravilla pura de existir.

No hubo, no hay ni habrá jamás alguien igual a nosotros ni a ninguna de las personas que vemos. No hay mucho que hacer respeto de nuestra semejanza, salvo reconocerla, y esto, por cierto, siempre ha resultado difícil para muchos. Nuestro comportamiento a lo largo de la historia, belicoso, racista, sexista e intolerante, ilustra nuestra negación constante de la verdad sencilla de nuestra semejanza esencial. Sin embargo, nuestras diferencias son fascinantes. Necesitan ser exploradas, celebradas, expresadas. Cada uno es responsable de aceptar su diferencia y ofrecer al mundo aquello que lo hace distinto. Nadie tiene en forma idéntica lo que uno tiene para dar. Como lo expresa Herman Hesse, es "deber de cada ser humano encontrar el camino hacia sí mismo". Hacía el verdadero yo, el si mismo del alma.

La vida es sagrada. La vida es arte. La vida es arte sagrado. El sagrado arte de vivir significa ser actores sagrados, que, actúan desde el alma más que desde el ego. El alma está fuera del espacio y el tiempo, por lo que está siempre disponible, como potencial siempre presente en nuestro ser. De cada uno depende celebrar y realizar su ser, transformar en arte cada comida, cada conversación, cada vestimenta, cada carta. Toda actividad corriente es una oportunidad para la expresión auténtica y plena del ser. El alma es nuestro yo artístico, nuestra capacidad de transformar las dimensiones de la vida en arte y teatro.

Repasemos nuestra vida interior y nuestra vida externa. 
¿Qué ocurre dentro de nosotros? ¿Qué sueños, fantasías, preocupaciones y sentimientos albergamos? ¿Nuestras actitudes nos encierran o nos inspiran? ¿Cuáles son nuestros anhelos más profundos? ¿Qué sucede en lo exterior? ¿Nuestra realidad externa corre pareja con la interna? ¿Cómo nos expresamos en el mundo? ¿Actuamos y manifestamos nuestra verdad interior? ¿Hemos creado un divorcio entre quienes somos en realidad y cómo nos presentamos? ¿Cuáles son nuestros dones? ¿Cuál es la vocación de nuestra vida? ¿La realizo? Si no la realizo, ¿por qué?

Esperemos las respuestas. No aceptemos evasivas. Recordemos que todas las preguntas y las respuestas esenciales para la vida están dentro de nosotros.

Fragmentos de un texto de Gabrielle Roth.

Noble Anam Cara

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